martes, 19 de febrero de 2008

MAR




Llevan mis olas
a tu costa
el ruido misterioso
de una pasión de ocaso.

Dibujan
ilusiones en brote
como pequeñas huellas de gaviota.
Pulso a pulso,
verso tras verso espumoso
desentierro apenas
tu obsesión de hondura
y mis recuerdos,
espasmo tras espasmo
onda por onda
sigo por siempre
enjugando la tortura de tus pies
en estas lágrimas de océano.

TARDIAS




I

Día llegará
y es inevitable
en que debas confrontar al tiempo
ajustar el reloj
a tus verdades
reconocer esa inmensa desnudez
y echar al vuelo
ese grito arrugado
que aún escondes.

II

Y llegarás a aceptar
que es imposible:
Al intentarla esconder
más se te crece;
por más que la contengas
reanuda más fuerte
su latir.
Grita más alto
si le tuerces el pescuezo.
De esta insolente maldición,
la mía,
ya nunca, nunca,
lograrás zafarte.

III

Y lo sabía.
Que aún en contra de sus planes
no había escapatoria.
Siempre lo supo
y no vino;
a la cita del día no llegó;
a enfrentar mis verdades
con su risa.
Mi recato y su vergüenza
la vencieron
y se quedó sacando cuentas.