Santiago es olla de ritmos
fuente de sones mezclados,
que en aroma a desayuno
circulan desde temprano.
En su uniforme de empresa
falda y chaleco ajustados,
taco alto, ritmo preciso
hacia mi camina un tango.
la escoltan y se le cruzan
cuello, corbata y lustrado,
docenas de sones rap
pasos y rostros huraños.
Se hilvanan al sol ya tibio,
pantalones desgastados
de bossa novas sensuales
llevando a blues, de la mano.
Renqueando sobre su sombra
gritos de ¡Segunda y diario!
cojea un valse chilote
paseando frente a un semáforo.
A contraluz de un crepúsculo
de valsecitos peruanos,
vitrinean los corridos
las sambas y chapecados.
Sombras de brillo en la sombra
de cumbia, merengue y mambo,
tacos en punta y equívocos
piropean a los machos.
Ya tarde en la noche larga
vacilan hacia el mercado,
mareadas notas circenses
junto a cantos gregorianos.
Quizás preparando el cuerpo
a dormir en un escaño,
o a mariscos y cebolla
vino en taza y arrollado.
Cuando se acerca la aurora
y antes que canten los gallos,
pasea solo el silencio
por las calles de Santiago.
