
Todavía me hablan
los emoticones que enviabas;
me extienden los brazos,
pequeños y huérfanos,
me tocan la ventana
como niños curiosos buscando en confusión,
su hogar de letras y afectos no fingidos;
pues no distinguen ayeres ni mañanas.
El Chat es un infierno
que deja palabras y signos
prisioneros,
que agitan las manos
desde su calabozo
de cada día lento,
recordando confidencias de vapor.
Si ibas a marcharte al fin,
si sabías en qué iba a parar esto,
por que fuiste tan cruel
para dejarme
encadenado a tus gestos?
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