Agolpadas
en corro
asisten
las palabras
a
la agonía y estertores
del verso irreparable.
El duro y venenoso
que
podía rasgar
conspicuas
vestes
y
convertirlas
en
taparrabos de vergüenza
El, el irremediable tirano
el siempre dispuesto
a
ser cuña que trancara
la
galaxia de engranajes.
El que obligó a las nubes
a
que sudaran todos sus rubores
palpita
herido
sobre
un mantel de rabia
bordado
de su propia aguja
Pero
aún
estilando
derrota y verbo
vuelve
a montar sus gatillos
para
ser una vez más
el golpe irreverente, irrepetible.
Con
todos su filos y anzuelos mentirosos
junto
a la sandalia hedionda de la muerte
colgando
del ultimo suspiro
se
alista otra vez para atacar
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